jueves, 24 de julio de 2014

The Maze

Su mano derecha reposaba contra la fría piedra. Iba arrastrándola, despacio, paso a paso, como si fuese su única guía.
De hecho, era su única guía.
Estaba oscuro, frío y la humedad le calaba hondo hasta los huesos. El corto y frío camisón de seda estaba húmedo de sudor. Sin poder evitarlo, cada dos o tres pasos temblaba desde lo más profundo de su ser.
Iba despacio, muy despacio, pisando las baldosas resbalosas con los pies descalzos. La sensación viscosa era insoportable, pero aún peor era mirar hacia atrás.
Sabía que dejaba, sabía aunque ya no veía. No quería ver.
En su cabeza aún desfilaban los vestigios de la última mirada que pudo dar, de las lágrimas en los ojos...de su propio brazo extendido intentando alcanzar algo que sabía ya no podría agarrar jamás. Sus dedos cerrándose, su corazón rompiéndose, justo antes de lanzarse al vacío.
Había caído y caído, y el tiempo se había vuelto eterno. Quizá, hasta se hubiese parado del todo. Pero nunca cayó. No puede recordar cómo, pero estaba allí, caminando, despacio.
Y a pesar de la oscuridad, del frío, de la humedad y el resbaladizo suelo de adoquines...no sentía temor. No, no más temor. Daba igual se encontrara lo que encontrara.
Lo que la volvía loca era la falta de tiempo...los recuerdos...el latir de cada uno de los pedazos de su destrozado corazón...
Empezó a reírse de puro sarcasmo recordando un viejo dicho..."sabes cual es el colmo de los corazones rotos...?" Le había dicho... "que las piezas rotas siguen latiendo, y latiendo, y latiendo....".
Por qué siquiera, en nombre de Dios, le causaba gracia? Era una de las peores desgracias de su vida...
Pronto, la risa comenzó a transformarse en una risa histérica y de la risa al llanto.
Se deslizó por la pared hasta caer al suelo, entre sentada y de rodillas, tomándose la cabeza sin poder parar. Casi ni sentía ya los jalones de sus propias manos en su cabello...besaba el suelo, entre sus propias lágrimas, formando un charco...llenándose de la suciedad del suelo...mordiéndose los labios...probando su propia sangre...
De pronto él. Sus ojos. Su piel. Sus besos. Su voz. Sus mentiras. Su tacto, su maldito tacto! Su propia risa...por qué reía así? Por qué parecía feliz!? Él y su pelo. Él y él. Fotos y fotos, imagen tras imagen.
Basta.
Basta.
BASTA!
Se arrancó con sus propias uñas lo que quedaba de su corazón, destrozándolo y aplastándolo en el sucio suelo...


Y nada más. Nada más que él. Ella y su llanto. Su histeria.
Cuánto había pasado? No lo sabía...no podía saberlo...maldito tiempo!! Tal vez se había dormido por el llanto, tal vez...simplemente lloró y lloró sin que el tiempo pase...
Movió sus entumecidas piernas...intentando ponerse de pie. Se tambaleó, rió un poco y limpió con el dorso de su sucia mano, el surco de mugre que habían dejado las lágrimas al secarse en su rostro. Volvió a reír un poco al notar bajo la planta de su pie algo ínfimamente cálido. Su corazón, ni siquiera volvió a dedicarle una última mirada. Simplemente miró al frente, otra vez...al menos, lo que creía el frente. No podía mirar hacia atrás. Ya no existía el atrás. El antes.
Con ojos ausentes reanudó el camino, tarareando una cancioncilla infantil, una nana...
Su mano derecha, siempre, siempre, apoyada contra el frío muro.












~*
True Story

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