Se sentía ingrata con la vida. Miraba a esa mujer, tan ridícula y desquiciada enfrente suyo, con una moral dudosa, ideales viejos y limitado vocabulario, y más y más la odiaba.
"Qué es peor?" se preguntaba. "Tener padres y sentirte huérfana; o no tenerlos y desearlos?"
No iba a saberlo nunca. Pero sabía cuán doloroso era para aquellos que no los tenían, y doblemente se sentía ingrata.
Pero ese odio visceral era algo tan innato en su ser, era tan....era exactamente lo que debía haber ahí.
Sólo sabía que ella no pertenecía, que no estaba cómoda allí, que en esos brazos no encontraba calma ni seguridad; sólo encontraba repulsión, decepción, más odio.
Y sabía bien que ya no era el odio pueril de una adolescente reprimida. Era el odio de la mujer negada, ignorada y herida que llevaba dentro.
La odiaba, la odia. La ve reír y le da asco.
No puede borrar de sus ojos esa pequeña veta de desapego.
El único consuelo que tiene es saber, que más pronto que tarde va a dejar de verla.
Y no va a sentirse culpable. Si fue huérfana toda su vida...que cambio supondría no volver a ver a su madre?
~*
Volví :D y tengo mucho más veneno por largar para este año ♥
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