martes, 2 de noviembre de 2010

Boquitas Pintadas

Rojo pasión. Rojo carmín. Pequeños labios llenos que brillan en el espejo mientras el labial los recorre. Contempla su reflejo con ojos húmedos, brillantes, iluminados. El cabello le cubre el rostro, sus ojos negros destellan, los labios rojos son como rubíes de sangre contra la blanca piel. Blanca como nieve, etérea y fantasmal.
Intenta una sonrisa que fracasa por completo. Las lágrimas casi se le desbordan. Pero no, no llora aún, no se lo permite. Si se le corre el maquillaje y no tendrá tiempo para arreglarlo. Y debe estar perfecta.
Alisa con manos hábiles la dorada melena y se levanta de la ornamentada silla. El espejo no miente, el soutien de encaje con la pequeña bombacha que hace juego, fueron l mejor elección. Su blanco y pequeño cuerpo luce muy bien el negro encaje.
Le da l espalda a su reflejo, no vuelve la mirada hacia atrás. Enfunda su delgado cuerpecillo en negro satén. El vestido es hermoso, sencillo pero hermoso, aunque a ella no le importa, no lo mira siquiera. Se viste como si fuera un trámite engorroso y para ella lo es. Acomoda con hastío las finas tiras en sus hombros, acomoda sus senos bajo el inocente escote, inocente y muy sensual; y luego, como quien no quiere la cosa, se agacha para subir las medias de nylon, ajustándolas al comienzo de sus muslos. Las ligas le aprietan los muslos, pero ella lo prefiere así. Para nada le gustaría usar liguero.
Elige casi al azar un par de tacones negros y se los calza. Distraída, pero segura, sube su vestido por encima de las ligas, dejando el comienzo de sus muslos visibles.
Y así, sin darse siquiera una última mirada, sale de la habitación a encontrarse con su dueño. Pero aún a pesar de su humillación de prostituta cara, no se siente esclava, no. Se sabe una guerrera de la vida.
Mira al mundo con ojos de guerrera, de soldado. La vida es una guerra y ella está dispuesta a la lucha. Y en el momento oportuno dará la estocada final que le devuelva su libertad, su dignidad.
La niña con los labios pintados, esos labios en flor como rosas rojas, no sabe que a pesar de la inocencia perdida, ella no es sólo una guerrera, ella es un ángel.
No puede ver sus alas blancas, primorosas y centelleantes, la resignación no se lo permite. Pero nada de lo que le hagan hacer con su sumisión fingida cortará sus alas. Nada. Nunca.

Hasta me imagino la escena. Siempre lo quise escribir, siempre. Y salió, así, solito. Y me gusta. Me lo imagino y es escalofriante. Porque pasa. Lamentablemente pasa. El titulo es del gran libro del maestro Puig. Gracias maestro.

Un beso enorme enorme

Hika ♥

(Volviendo a la literatura al fin…)

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