sábado, 25 de septiembre de 2010

Subjetividad

Todo es subjetivo. Por ejemplo ahora. Estoy escribiendo sin un motivo concreto. Sin un tema específico, dejando que las palabras broten y tomen forma para que digan algo. Posiblemente nada lógico, como ya estarán acostumbrados. Pero también es posible que no sea así. Que escriba esto por algún intrincado designio de mi subconsciente. Tal vez realmente tenga algo que decir. Porque siempre hay un “pero”. Siempre. Todo depende del punto de vista, no? Aunque un físico diría que depende del “punto de referencia”.
No soy Einstein, ya lo sé, no acabo de descubrir mágicamente una verdad. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo. Lo sabe, lo ve, lo presiente. Y ahora…por qué lo ignoran?
Tal vez el mayor problema en este momento es que mi cabeza es un gran hervidero de cosas. Ideas, sueños, deseos… imágenes. Unas de sueño, otras reales.
Como en mis dibujos. Ustedes nunca vieron un dibujo mío (y se me rompió el scanner, porque sino subía el dibujo que inspiró toooodoooo este gran delirio) pero siempre empiezo dibujando a alguna chica. Sola. En blanco y negro. En alguna página en blanco. Y cómo si no pudiera tolerar su soledad de tinta, enseguida la acompaña un árbol, siempre desnudo de hojas. Al poco tiempo tiene una media luna justo por sobre su cabeza acompañada de una estrella negra. Siempre negra. Y no nos olvidemos de las montañas que de pronto se alzan a su espalda. Por qué montañas? Podrí ser un mar, una selva. No. Montañas. Al pié de estas un lago, algunos animales bebiendo desde la orilla y un bosque de pinos. Apenas atrás suyo, porque ella nunca mira al lago que siempre está detrás, crecen de tinta unos juncos, y sus pies de pronto y sin previo aviso pisan un camino. Brotan entre el negro y el gris algunas flores, y la lapicera jamás se detiene, siempre hay algún detalle.
Y ahora, a ver si esto no es subjetividad: no importa cuánto sonría la muchacha, sus ojos siempre son tristes. Y haga lo que haga, pinte dónde pinte, su piel lleva siempre el blanco translúcido de una página en blanco.
La veo ahí sola y me pregunto… cómo la llevé a ese páramo? Porque yo la puse ahí, si. Yo la puse tan sola. El paisaje es hermoso…pero y su soledad?
Puede que en mi inconsciente o subconsciente, o el que sea; yo esté así. Sola en un páramo de sueño. Y es que mi realidad a veces es más sueño que realidad. Es un lugar tan extraño. Donde soy feliz o triste o ambas. Pero siempre porque quiero, como quiero. Por mi elección. También es muy plausible que allá yo sea más feliz. Uno en sueños siempre es y hace lo que le viene en gana. En cambio la realidad es… tiene sus trabas y sus juegos. Y no nos da de otra que jugar. Sin siquiera conocer las reglas. Y muchas veces se hace dificilísimo. Por ello los sueños son salvaciones. No siempre, pero muchas veces.
El truco está en no mezclarlas. Hay que reconocer la realidad y su aspereza, y el cálido blandor del sueño. Vivimos una vida en sueños, sí. Pero vivimos una vida real, nos guste o no. No hay que confundirlas jamás. Pero no hay que dejar de soñar!
Al menos si nuestros sueños fueron felices, algo nos queda. Siempre nos va a quedar ese gustito dulzón que nos dejan. Por ello todo es subjetivo. Por ello y por muchas cosas más. Pero…si el sueño se vive más intensamente que la realidad; si es una vida mejor aquella; si nos sentimos más felices… qué mundo es éste? Qué mundo nos tocó vivir?
No se si me fui de tema, o si sigo caminando la misma línea. Aunque sencillamente, lo más probable es que no me importe si me fui de mambo.
Sólo espero que entiendan.


Un besote GIGANTE

Hika ♥

(loca, pero...sí, loquísima)

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